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Los mayores constructores de muralla fueron los Ming, cuyos sorprendentes logros dejan pequeños lo que anteriormente habían hecho los Qin y los Han. Los Ming no solamente construyeron más murallas que cualquier otra dinastía, sino que las suyas también eran mayores, más largas, más adornadas y más imponentes. La muralla con la que estamos familiarizados es la de ellos.
Pero los Ming, quienes llegaron al poder en 1368, fueron mucho más que hábiles constructores de muralla. Ellos también fueron los arquitectos de una era durante la cual China se convirtió en un poder económico mundial. Los barcos comerciales chinos navegaban tan lejos como la India, Japón, el Golfo Pérsico y el Pacífico Sur, llevando enormes cargas de porcelana, seda, especies, y de una nueva bebida que pronto haría furor en Europa -- el té chino.
El reino Ming fue una época de prosperidad y vigor intelectual, pero no duró mucho. La cultura Ming había sido siempre susceptible a una profunda desconfianza y una opinión condescendente de los extranjeros. A mediados del siglo 15, los gobernantes Ming abruptamente interrumpieron el comercio extranjero y empezaron a rechazar cualquier tipo de contacto con el mundo externo.
Secretos de la Muralla Ming
Los Ming, cuya muralla fue construida con piedra apisonada en el interior recubierto con ladrillos preparados en hornos, llevaron hasta el límite las tecnologías de construcción de muralla. La muralla Ming serpentea acrobáticamente a través de los terrenos más difíciles de China, elevándose en algunos lugares a un ángulo de 70 grados.
Tal trabajo de ingeniería no habría sido posible sin la avanzada tecnología Ming para hacer ladrillos. En un tiempo en que los constructores europeos todavía dependían de piedras afanosamente cortadas, los Ming estaban usando hornos modernos para producir ladrillos masivamente, que eran tan fuertes como los bloques de construcción de la actualidad.
Lo que la Dinastía Qin legó al mundo
Los científicos Ming, quienes hicieron muchos descubrimientos acerca de las calidades del glaseado de la cerámica, también inventaron la rueda de alfarero y desarrollaron hornos especiales de alta temperatura capaces de producir porcelanas de calidad exquisita. El resultado fue la famosa porcelana azul-blanco que se convirtió en una sensación instantánea en Europa y que todavía lleva el nombre de la dinastía.
A finales del siglo 14, en la cima de las proesas chinas en alta mar, un capitán Ming nombrado Zeng-He navegó, con 300 naves, tan lejos como el Golfo Pérsico y Madagascar. Todavía faltaban 100 años para que Colón soñara con encontrar una ruta marina hacia China.
Porcelana Ming, con sus colores distintivos azul y blanco
Autor de la página: José E. Marcano